martes, 6 de mayo de 2014

QUIERE SER EMPRESARIO... ASÚSTESE

De niños, nuestras madres en su eterno afán por intentar hacernos lo menos doloroso posible nuestro paso por este mundo nos dieron una de las enseñanzas que, para algunos, entre los que me incluyo, nos quedo en lo más profundo del Cortex cerebral, ahí donde inicia el subconsciente: nos enseñaron a tener miedo.  No se mesa en la silla, que se cae;  no juegue ahí que se va pegar con eso; no salga a esas horas que lo van a robar; y lo peor de todo es que como parecían profetas, adivinen....  Exacto, lo que nos decían, pasaba exactamente tal y como lo habían dicho, y remataban con un "Yo se lo dije".  Entonces nos fuimos metiendo ese miedo más y más hasta que un día con un sólo "Después no diga que no se lo dije", bastaba para uno desistiera de cualquier plan por más prometedor que fuera.  Imagínense:  fin de semana con todos los amigos en la finca de los papas de la novia, solos, con bar en la piscina, plata, carro y todos los juguetes.  Más bacano pa´ donde...  Ingenuamente, va uno, le pide permiso a la mamá, y adivinen con perla le sale... Exactamente, adivinaron de nuevo... "yo creo que es mejor que no vaya por allá, eso va ser para problemas", "después no diga que no se le dijo", y yaaaa... con eso bastaba para llamar a los amigos y decirles: "yo no puedo ir".  El miedo a que la profecía se volviera realidad era suficiente para desistir de ese fin de semana inolvidable.   Y fuimos aprendiendo a tenerle miedo a todo, incluso al éxito.

Foto: You drown not by falling into a river, but by staying submerged in it.

  Y no es que este mal sentir miedo, incluso podemos decir que el miedo es lo que ha llevado a la raza humana a dominar este planeta (con todos los pros y los contras que ese dominio puede acarrear, pero  bueno, eso es pedazo de otro pastel), ya que el miedo nos obliga a pensar, a sacar el instinto de supervivencia, a aprender de los errores, a ser más suspicaces.   Imaginemos como era antes en la prehistoria: había un proyecto de homo sapiens en medio de una jungla o un bosque atestado de fieras salvajes (igual que ahora el centro de Bogotá o casi cualquier ciudad), solo que estas no roban, violan, emburundangan, arrojan ácido, etc, sino que básicamente sólo te comían.  Este señor Primitivo sentía miedo, miedo a lo desconocido, miedo a perder su vida, miedo a perder a sus hijos o a su concubina (porque no se habían inventado el matrimonio, entonces no era la esposa), o a quedar por ahí herido con una pierna o cualquier otro órgano colgando (saben a qué me refiero, no sean malpensados).  Entonces ese miedo hizo que se inventara  trampas, armas para defenderse y cazar, la forma y el lugar para protegerse y proteger a su familia, y creando así toda una serie de sucesos que lo llevaron a buscar la forma de imponerse y dominar a esas otras especies.  Es decir, el miedo lo llevo a progresar.  Y en realidad es así, el miedo nos lleva a actuar, a mejorar.  Entonces, ¿Porqué creemos que sentir miedo es malo? Yo opino que no es malo sentir miedo, es algo que nos lleva a sacar nuestro instinto de supervivencia a sacar de alguna forma toda esa fuerza y energía que llevamos dentro.  Lo realmente malo es dejar que el miedo nos domine. 
Otro problema viene cuando muestran en televisión y en los medios al super hombre: un personaje que simplemente nos han pintado y nos muestran como lo último en guarachas, el todo-lo-puedo, todas-me-adoran, mejor dicho, la última Coca Cola del desierto, y nosotros nos comemos el cuento que debemos ser, o mejor debemos interpretar ese personaje. Que debemos estar todo el tiempo y ante cualquier situación completamente seguros.  Con el ceño fruncido, preguntado "¿eso es todo?".  Y nosotros queremos interpretar ese personaje, ser como él.  Entonces, cuando nos invade el miedo, la inseguridad, nos asustamos aún más, porque vemos que no somos como él y nos sentimos menos, nos vamos convenciendo que somos unos miedosos, mientras que todo el resto del mundo es tan seguro. Sin pensar, que los otros 7.000 mil millones de personas en el mundo, andan por ahí, quizás con más miedo que nosotros. NO está mal sentir miedo, va en nuestra naturaleza, es nuestro instinto de conservación cuidándonos.
Entonces hasta aquí, concluyendo:
1.  Sentir miedo es tan natural como sentir sueño, hambre o alegría. No hay que sentirse mal por tener miedo.
2. No somos un superhéroe. No somos protagonistas de novela.  Somos personas comunes.  Sentimos y vivimos, nos da miedo.
3. Lo realmente malo es dejarse dominar por el miedo.  No hay que quedarse quietos a ver que pasa.  Hay que actuar.  Viene el tren, estas en medio de la carrilera, te invade el miedo, ¿que haces? ¿te quedas hay quieto? nooooo... saltas a un lado, corres, haces algo, actúas.  Recuerda, si te quedas quieto, te lleva el tren.
  Y todo esto como se aplica el mundo empresarial, al emprendimiento. Algunos cuantos ya habrán caído en cuenta.  Cuántas veces hemos tenido una idea, un proyecto, y al que se o contamos nos dice:"yo no sé, yo no creo que sea tan fácil, mire que a un primo quiso hacer eso y mejor dicho, quedo arruinado", "después no diga que no se le dijo", y ahí se nos revive el trauma.  Y preferimos quedarnos quietos y.... Chucu, chucu, chucu, chucu…  pasó el tren y nos llevó.  Incluso cuantas veces se nos presentó una gran oportunidad, de esas que sólo teníamos que dar un pasito adelante nada más y podríamos hacer todo lo que hemos soñado.  Y nos asustó el éxito. Nos dejamos llevar por el miedo de no saber manejar el éxito y nos quedamos una vez más quietos.  Así suena un poco triste, pero es verdad, nos ha pasado.

Hacer empresa no es fácil, empezar de cero no es fácil, pero tampoco imposible. Da miedo. Sin embargo, si muchos otros lo han podido hacer, entonces por que no nosotros. Sólo debemos actuar. No apartes el miedo, siéntelo. Piensa, que es lo que el miedo te quiere decir.  Dónde debes protegerte. Cómo te debes defender.  A quién debes proteger. Has el miedo tuyo,  llévalo dentro de ti, traza un plan y actúa.  Ahora, en este momento, lánzate,  salta fuera de la carrilera y corre tras de tu sueño, porque ahí viene el tren.